domingo, 22 de junio de 2014

Sombra.

De repente, el silencio arremetió su cuerpo. Nada era igual, y las hojas revoloteaban danzantes por verlo caer. Aún era temprano, pero tarde para él y su suerte.
Quiso abrazar el sol entre sus dedos, pero el peso sombrío de algo oscuro lo detuvo. Él lo sabía, lo conocía de siempre y de nunca. Intentó observar aquello que lo detenía, pero aquello se esfumó. Desapareció como la gloria de un espartano al morir.
Intentó buscar las llaves de su auto, pero el silencio aún arremetía contra él. ¿Qué es lo peor que puede sentir un hombre al vivir? El silencio de todo y nada a la vez. Él lo entendía, claro que lo hacía. Sentía ese paso lúgubre al comenzar a conducir. Miraba en el retrovisor y su sonrisa lo detenía, frenos ... El auto rodaba en el asfalto y yo observaba con satisfacción todo lo que había hecho. Después de todo, siempre fui su sombra. Fin.