lunes, 7 de septiembre de 2015

Febrero.


Hola, cuántas semanas han pasado.
La verdad, no sé ni que día es.
La monotonía sin ti me ha dejado una herida más profunda que las de amor.
He estado buscándote en cartas, y otro tipo de correspondencia pero no te encuentro. Sé que detestas que haga este tipo de cosas, pero esta es mi esencia.
Así es, amor mío. Te extraño. Y no es ninguna nimiedad expresarte mis sentimientos.
Ni siquiera es pequeño el hecho de quererte tanto como a mi obra favorita.
O el hecho de excavar túneles para hallar salidas donde sí te pueda encontrar. Mi amor no es inmenso, cariño; pero puedo asegurarte de la sinceridad de este.
Hasta podría convencerte de no casarnos y navegar por cierta parte de Venecia mientras la Luna nos toca al vaivén de nuestros labios.

Fragmento.

Mira todo el océano. Todo lo que navegué hasta encontrarte.
Mira el cielo, observa cada ave. A cada una le pregunté por ti.
Observa la tierra, cada paso es hacia ti.
Eres mi antípoda.
La distancia simétrica perfecta.
La pared que no debo ni puedo romper.

Tres, madrugada.

Tú te quedarías y serías el calor.
Pero yo desearía ser el frío en tus pies.
La brisa que alborota sus mejillas.
Pero lamentablemente solo soy el hielo que lanzas al whisky.
O el páramo que te estorba para llegar a tu destino.

Esa es la ironía de mi camino, tan torpe y tonto que desearía desaparecer y no volver.
Ser un recuerdo de la Tierra, volverme arena y recorrer el mundo así.
Lamentablemente, los poemas toman forma y se lanzan al vino como hilarantes monumentos de amor.

Mi cabello siente el amor del viento, del mundo.
Pero yo solo siento desprecio hacia cada átomo que llega a conformarme.
Desde el cielo, Dios grita para intentar animarme. Pero ni siquiera un estruendo puede acabar con esta desidia.

Los caminos se abren, y caigo entre ellos como una botana cae dentro de alguna ave del centro de la plaza.
Y este se vuelve el día más triste del mundo que vive dentro de mí.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Temprano, en la mañana.

Tu mirada de desprecio, tus manos soltándose. 
Un risa, una carcajada, una sonrisa, una mueca de disgusto.
Tu rostro alejándose del mío, tu piel erizándose por alguien más.
Tu forma de caminar descalza, tus manos rogándome que te suelte.
Tu adiós, la comisura de tus labios al hablar. 
Tu último beso, tu último aliento.